Quisiera replicar a todos mis poemas de amor
y gritarles que están equivocados,
decirles que la ilusión se llama pasado
y que la felicidad es un estado de borrachera.
Luego quiero corromper sus líneas, sus metáforas,
manchar sus sentimientos y bondades,
desacrar sus buenas intenciones y esperanzas,
borrarles los nombres que cantan,
gritarles fracaso mostrándoles mi vida:
esta cátedra de su futuro arrancado.
Tomaré a cada uno de esos hijos ilegítimos
y les golpearé con el abandono de sus madres,
les escupiré desconociéndoles como padre,
los cobijaré con la más pura y fría ausencia,
serán arrullados con mis sueños desencantados
y dormirán en el rincón más lejano de mi insomnio.
Despertarán en un mundo de ruinas
donde se cae por ley universal,
y ellos no valen más que papel,
un lugar hecho de prosa, de renuncias, de bestialidad
y donde las bellas palabras son falta de tacto.
Ya durante el día los abriré como a cadáveres,
me asomaré a sus lindos corazones y reiré sarcástico,
desperdigaré sus vísceras por entre los perros,
de sus pieles me haré una chaqueta nueva
para amarrar los pedazos de mi cuerpo
y de sus tontos ojos haré blasfemias y cuchillos
para así recordar a los santos y los ex-amores.
Finalmente, durante la noche y sus aullidos
enterraré lo que quedase de ellos en la tierra del silencio:
en este cruel poema que les desprecie por sus errores.
martes, 26 de febrero de 2008
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