domingo, 2 de marzo de 2008

Lejanía

El único misterio es la lejanía,
degustadora de lo siniestro y del corazón,
erudita en sentimientos de naufragio,
verbo guerrero disfrazados de sustantivo triste,
vocación de suicidas y demás fauna romántica,
sombra de techo, de de acerca o cama solitaria.

El único misterio es la lejanía,
los otros enigmas son sólo suposiciones,
los otros miedos que erizan son de niños,
los demás verbos están en activo o pasivo
pero no están en guerra perpetua contra nosotros;
todas las incertidumbres son simples ignorancias
mas la lejanía tiene algo de inabarcable,
como tonada de imposible, como voz fantasma.

Y tal misterio no es sino una miseria,
envoltorio del amor, la tristeza y lo humano,
un capricho pese a toda su gravedad,
pese a ser pozo, noche fría o delirio,
y si existieran dioses paganos reirían,
reirían sinceramente de nuestro misterio,
de nuestras pueriles hecatombes,
de nuestra razón más incomprendida.

El único misterio es la lejanía,
sensación de estómago vacío y náusea,
vivencia de desierto o exilio existencial,
excusa para la fama, el odio o el heroísmo
y nada más que vacío cuando crecemos.

El único misterio es la lejanía
y ahora que me encuentro lúcido, solo,
escribo como llave para entrar en ese lugar,
sin esperar soluciones, moralejas ni más palabras,
sino por algo quizá mil veces más nimio:
para toparme con tu mirada en mi recuerdo
y sentir, lo que una vez, fue sentir algo cercano…

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