domingo, 2 de marzo de 2008

Dudar

Quizá nunca aprendí a expresarme al mundo;
todo quedaba adentro, como en una envoltura,
como una hoja extraña perdida en alguna gaveta
donde estaban escritas las necesarias respuestas.
Como una duda insignificante ofrecida al olvido.

Hago un diario de mí mismo en cuatro líneas:
un niño extraño sentado sobre el mutismo,
un joven ausente mirando una pared de nada,
un poeta exhausto componiendo su locura,
sus migajas, sus astillas y sus torres de versos.

Por más que trato sigo perdido en el intento,
continúo detrás del muro sin puertas
seduciendo a la muerte en el café de siempre,
amando erróneamente
escribiendo
como si durmiera en vida y aparentara
que no me importa
pero sí que me importa, sólo que no sé hablar.

Quizá el trabajo del poema es decir lo indecible,
sin nada de esoterismos, ni códigos secretos,
nada tan romántico como profecías, ni dioses eternos,
simplemente no poder decir lo más simple,
ser incapaz de nombrar algo sincero. ¿Miedo?
Sí, sin duda, mas esa no es la respuesta del verso.

Nunca aprendí el arte precioso de expresarme afuera,
todo permaneció en este desierto de ausencias,
en este paraíso inhóspito de la imaginación,
hasta tu llegada, cuando comprendí:
... al silencio...

No hay comentarios: