miércoles, 23 de julio de 2008

Dejarse tirado sobre estas líneas de versos,
tener la suficiente locura y la ambición mágica
como para acostar al ser en estas hojas
y que los garabatos sean las líneas del mundo,
que el poema invite a la realidad a bailar,
que cada paso sea un instante eterno,
que toda palabra nos sea escuchada
y saber luego por los ojos míticos que creamos
que los objetos florecen porque el verso es semilla;

si se dice pájaro o miel que se desliza por el aire
que haya un coro con trinos de oro
y nuestros oídos sean dulces aunque estemos amargos;

pues si se escribe imposible y se tiene un sueño
el mundo se paraliza, un poeta sentirá miedo
y el sueño de la realidad devorará al escriba,
mas si se logra abrir lo impensable
y se dejan todos los sueños sobre la almohada
el mundo se sueña con imágenes místicas
y el poeta es estribillo en una epifanía musical;

si se retrata el amor hasta donde duele,
que nazca el beso y ese fuego sobre el ojo
dejando luego que se marchite, como la rosa,
pues todo cuanto nace, embellece y muere es rosa;

cuando las preguntas como fantasmas aparecen
las cosas mismas se hacen lo inquirido
y el poeta es la respuesta del enigma
cuando no había más enigma que haber preguntado;

si se hace alquimia con el verbo muerte
con voluntad de fuego y amor al propio destino
el mundo muere con un poeta renacido
y el ocaso es sólo comienzo de otro camino;

al habitarnos el miedo, la angustia, lo incomprensible
e invocar los hechizos del lunar caos
se pierde el orden que amarra o caricia de hielo,
se diluye en el ruido la métrica que encierra,
a la imaginación le nacen alas
surcando el espacio líquido de los cielos
dejando una estela errática que es la vida
y nos susurrarán las burbujas del caos
lo incomprendido, con sus miedos y dientes,
es entonces el poema entendimiento de la nada.

1 comentario:

Silvia Piranesi dijo...

eso pingo!

breve comentario. no me gustan mucho los poemas que hablan del poema, o del poeta y sus circunstancias, o la poesía como respuesta a un engima. En estos casos, percibo al que escribe como si estuviera subido a un muro donde ve lo que sucede en la acera y nada más. Excluye al que lo lee. La impersonalidad no me gusta así. Algo me dice que no se trata sólo de gustos, sino de una forma diferente de acercarse al acto de escribir, o en realidad a la forma de vivir.
Me gustaría más un pingo que explorara su propia forma de decir las cosas, con esas ideas filosóficas que siempre tenés.
Digo, es que siento que te escondés en estas palabras...